Próximo proyecto: tu vida

Si hoy te arreglas como tú sabes, abres el perfume de las grandes ocasiones y bajas – canturreando tu melodía favorita – a comprar un cuaderno de hule, podría cambiarte la vida por completo. Siéntate en la terraza que más te gusta, pide algo sabroso y prepárate para escribir – sin prisas- aquello con lo que sueñas despierta.

Como dice un antiguo proverbio chino, la receta para una vida feliz consiste en tener “alguien a quien amar, algo que hacer y algo que esperar”. Tal vez, los dos primeros ingredientes – tu familia y tu trabajo- ya están servidos. Algo que esperar es algo por lo que valga la pena esforzarse, algo que le dé sentido a la cotidianidad: es tu plan personal de futuro- El proceso es sencillo. Se empieza eligiendo un año alejado en el tiempo. Tiene que ser una fecha que se convierta subjetivamente en algo muy especial. Por ejemplo para mí es 2025. El truco de la fecha lejana le da un toque artesanal a la construcción de los sueños. El oficio de saber vivir se aprende sin prisas.

Tu plan personal de futuro podría tener tres partes. La primera son tus sueños como individuo: la riqueza interior que quieres desarrollar, los aspectos de tu personalidad que buscas potenciar, los defectos que deseas corregir, el estado de vitalidad y energía que esperas tener y también la forma física de la que pretendes disfrutar. De cómo ejercites tus potencialidades físicas, intelectuales y emocionales dependerá tu felicidad.

Tus sueños deben empezar con la ambición de mejorar como persona, ya que lo que haces contigo es la base de todo lo que te acaba sucediendo en la vida. Tu riqueza interior es un imán infalible; atrae cosas y personas buenas. Algo muy útil es visualizar la distribución que quieres dar a las 24 horas de un día del año que te hayas fijado y compararla con lo que hiciste ayer, por ejemplo.

En la siguiente página de tu cuaderno escribe en qué tres o cuatro cosas quieres destacar y convertirte en una autoridad mundial. Pueden ser ambiciones profesionales y también personales: ser una líder empresarial, una gran cocinera o una madraza; jugar muy bien al golf; ser una experta en música country, en gestión de patrimonios o en cine italiano…

El tercer y último capítulo de tu plan personal de futuro son todas las recompensas que legítimamente esperas recibir en esa fecha: realizar viajes especiales, poseer una colección de obras de arte, ver crecer tu prestigio profesional, ser independiente económicamente, tener una casa en determinado lugar… Y también otras metas de contenido más emocional: ver crecer a tu familia unida, rodearte del aprecio y del agradecimiento de tus seres queridos, contribuir al desarrollo de la sociedad, ayudar con eficacia a personas necesitadas, relacionarte con las personalidades más interesantes de tu generación…

Una vez que hayas escrito tus deseos – magnánimos pero asequibles – guarda tu cuaderno en un lugar visible y reléelo hasta aprenderlo de memoria. Si también guardas su contenido en la cabeza, le habrás entregado los planos de tu futuro a tus potenciales intelectuales. Y te habrás ganado un buen aliado en tu búsqueda de la felicidad.

Si eres firme en el contenido de ese ‘algo que esperar’, habrás dado con la clave para gestionar los éxitos y fracasos cotidianos, para olvidar las inevitables pesadillas y, sobre todo, para disfrutar construyendo tu vida cada día. Y nunca olvides que el futuro empieza hoy. Las mejores travesías comienzan con tu primer paso y con la decisión de acabarlas. No pronuncies la palabra ‘imposible’ jamás. No te sienta bien. No te hace estar guapa. Déjate llevar por tus mejores sueños y haz que brillen tus bonitos ojos.