Rasgos de una generación

Luis Huete y Javier García Arevalillo

¿Hasta qué punto afecta el contexto a toda una generación? ¿Pueden los cambios mencionados en anteriores artículos configurar las mentes de centenares de millones de jóvenes? Aunque las respuestas no tienen por qué ser absolutas, lo cierto es que estamos ante la generación más interconectada de la historia, y probablemente la más “viajada”, gracias, una vez más, a los avances tecnológicos y sociológicos. Es fácil entrar en la cuenta de Facebook de un veinteañero medio de cualquier parte del mundo y descubrir que tiene “amigos” de países situados en la antípodas del suyo. Antes también se viajaba, pero no era tan fácil mantener el contacto con la gente que uno conocía en esos viajes.

¿Qué efectos tiene esto? Muchos, y casi todos buenos. Uno de ellos (más bien neutro) es que las características de esta generación se han “homogeneizado geográficamente”. Aunque se mantengan ciertas diferencias culturales, todo el mundo sabe qué es un “selfie”, o responde con “memes” a los posts de sus amigos.

Esto permite hablar de las características de esta generación y no pecar demasiado de generalización. Podemos hablar como nunca antes de un mindset generacional, con rasgos muy comunes con independencia de la procedencia geográfica. Más adelante entraremos en las incidencias que provoca dicho mindset en el marco laboral (es decir, cómo trabaja el Millenial medio y cómo se puede facilitar su adaptación… O cómo se puede adaptar una empresa al cambio cultural). Por el momento nos centraremos en los rasgos más significativos de los Millenials.

1. Las ideas compiten en igualdad de condiciones

Uno de los efectos de la hiperconectividad es la “democratización” de las ideas en la red. Un profesor jubilado puede escribir para sí mismo un texto explicando la crisis de 2008, enviárselo a un grupo de amigos…  y al cabo de unas semanas descubrir que su escrito está en todas partes, ser entrevistado por los principales canales, recibir las mejores ofertas para publicar sus reflexiones, etc. Es el caso de Leopoldo Abadía y su Crisis Ninja. Y el de cada vez más gente que ve cómo su idea adquiere resonancia apoyándose en exclusiva en la red.

2. La contribución pesa más que las credenciales

Una derivada inmediata de lo anterior: no se necesita ser un reputado profesor publicando en la mejor revista del sector para que su voz se oiga. Lo que realmente pesa es la contribución que se haga. Un rapero coreano desconocido puede desbancar a Justin Bieber con el vídeo más visto en la historia de Youtube porque lo que ofrece (baile pegadizo, humor canalla, modos de anti-divo) pesa más que la fama previa del personaje.

3. Las jerarquías se construyen de abajo arriba

Un rasgo que tiene muchas implicaciones en el marco laboral, y que se deduce de los dos anteriores: el principio de jerarquía no es bien digerido por esta generación. Análogamente a lo que veíamos respecto al contenido, a la hora de interactuar con la autoridad les cuesta especialmente aceptar cualquier orden por el hecho de que la emita la jerarquía. Demandan algo más en quien lidera. Por ello es más importante que nunca que los líderes desarrollen una auctoritas más que una potestas a la hora de dirigir.

4. Los grupos se hacen a sí mismos

Se podría decir que con el nuevo contexto social los grupos se forman casi por generación espontánea. Basta con que haya un interés común a varios para que surjan foros de discusión sobre el mismo. Algo que tiene una aplicación evidente en gestión de clientes, pero también dentro de una empresa. Puede verse como un inconveniente difícil de controlar o como una baza a favor… Todo depende del enfoque.

5. Los recursos disponibles los emplean en función de sus intereses más que por asignación de terceros

El nativo 2.0 está acostumbrado a prestar atención sólo a aquello que le genera más interés. Nada nuevo bajo el sol, por otra parte. Ahora bien, ese estar decidiendo continuamente entre multitud de aficiones o actividades a su alcance genera una mayor conciencia de a qué le gusta más dedicar el tiempo, qué se le da mejor, etc. Facebook y, sobretodo, Pinterest han disparado el número de fotógrafos amateurs, mientras que la explosión de los blogs ha disparado el número de “creadores de opinión” o aspirantes a reporteros y columnistas. De ahí que cuando un Millenial recibe en el trabajo un encargo sobre algo que a priori “no se le da bien” haya una primera reacción de estupor y, quizá, de cierta rebeldía. Porque tal vez ve una asignación poco eficiente de las tareas. No tiene por qué responder a una falta de compromiso; puede responder simplemente a un “lo haríamos mejor de otra manera”. Una vez más, nada nuevo, aunque en esta generación se da de una forma más acuciada. La “solución”, o parte de ella, pasa por poner el foco en el propósito de su trabajo. Volveremos a ello en el próximo artículo.

6. El poder viene de compartir (subir), no de acaparar

En el entorno 2.0 la exclusividad en los contenidos tiene poco espacio, aunque lo tiene. A la hora de asignar un precio a un contenido que ofrezcamos online, se debe ser especialmente cauto: ha de ser algo que realmente lo valga, y que nadie más pueda ofrecer. Por lo general, el poder en la red se mide en grado de influencia. Y la exclusividad puede ser un obstáculo en la construcción de esa influencia. En Youtube encontramos múltiples ejemplos de esto: uno de ellos es el protagonizado por el joven profesor Khan, que un día decidió colgar sus clases y todos sus materiales didácticos en su canal, ofreciéndolos de forma gratuita y generando progresivamente más material, fruto, en parte, de la interacción con sus suscriptores de Youtube. Hoy es considerado una de las figuras académicas más influyentes del mundo, según la revista Time, con una media de 35000 visionados diarios de sus clases en Youtube.

7. La mediocridad y los conflictos de interés salen más a la luz

Si hay algo con mala prensa entre la nueva generación es la falta de transparencia o los conflictos velados. Actitudes propias de la omertà, la ley del silencio, no se entienden y difícilmente se toleran en esta generación. Acostumbrados a un mundo social sin secretos, donde todo sale a la luz, uno de los choques más duros que tienen al llegar a un trabajo es descubrir que hay juegos encubiertos, reglas no escritas, pactos de mediocridad… Es mala estrategia funcionar con medias verdades o pactos de silencio. Nunca ha sido más complicado mantener un cadáver escondido en el armario.

8. Los disidentes o promotores pueden unir fuerzas más fácilmente

Es consecuencia de todo lo anterior. Cuando resulta tan fácil formar grupos, es automático que se formen en torno a productos o marcas concretos, tanto como a opciones políticas o personalidades públicas. Hoy por hoy, la elección para una empresa cuando se plantea su presencia en redes sociales no es sobre si debería estar, sino sobre qué quiere que se diga de ella. Estar, ya está en la red. Otra cosa es que lo que se diga sea bueno o malo. La proliferación de blogs y foros de discusión ha permitido que cualquiera (cliente, ciudadano, trabajador) pueda dar su opinión en un foro adecuado. Desde las opiniones de clientes en Amazon o Trip Advisor a los blogs de opinión política, hasta los grupos de ex-trabajadores de una empresa…   Es imposible poner puertas al campo, y ello conlleva que la única opción inteligente sea la respuesta proactiva…   y la escucha abierta, tanto a las alabanzas como a las críticas.

9. Las decisiones deberán estar construidas socialmente

Como estamos viendo, no escuchar a los clientes es un error de proporciones cada vez mayores. Son numerosos los casos de empresas con pérdidas millonarias por campañas hostiles en la red. Campañas, por otro lado, imposibles de censurar. Un ejemplo paradigmático fue el protagonizado por Martha Payne, una niña de 9 años que comenzó a publicar fotos de cada comida que tomaba en su colegio de Escocia. Esas fotos se convirtieron en el contenido de su blog “Never Seconds”, que se convirtió en un fenómeno viral y que llevó al Gobierno de Escocia a prohibir que cualquiera introdujese dispositivos con cámara en los comedores de los colegios públicos. Medida que tuvo que revocar por culpa de la presión social a favor de la niña. Hoy Martha ha montado una iniciativa de ayuda a los desnutridos del Tercer Mundo con los fondos que consigue gracias a su famoso blog. Y, de paso, ha conseguido mejorar las comidas de los colegios escoceses.

10. El poder de las recompensas intrínsecas

La principal responsable de dejar fuera de juego a la Enciclopedia Británica es la conocida web Wikipedia. A un solo click, toda la información sobre cualquier tema… Constantemente actualizada- en tiempo real, prácticamente. Y de ello se encargan millones de contribuidores que ofrecen su aportación de forma totalmente gratuita. Por la satisfacción de contribuir en algo tan global, con tanto relieve e importancia. Contribuir a una obra que se realiza entre tantos se convierte así en un motor más potente que el dinero para motivar a tantas personas, muchas de ellas Millenials. Es un panorama que lleva a reflexionar. Porque en un mundo en el que la industria del conocimiento se está convirtiendo en un motor principal de la economía de muchos países, conviene recordar que en trabajos de este tipo las “recompensas” que funcionan son las de tipo intrínseco, relacionadas muchas veces con un propósito que trasciende el interés del individuo.